MANUAL DEL CUTREVENTURERO

El cutreventurero viste con harapos, ya que nunca podrá olvidar el estado en el que quedó su ropa de marca cuando se la devolvieron en aquel albergue africano después de dejársela al recepcionista para lavar durante su primer viaje.

Es fácil vestir con elegancia ropa cara, pero solo el cutreventurero es capaz de vestir jirones con distinción.

El cutreaventurero calza botas pisacacas. Evitan que le entre tierra y protegen sus tobillos de las espinas. Son ligeras y su suela lisa facilita las largas caminatas sobre la arena en busca de ayuda cuando se queda tirado en medio del desierto.

El cutreventurero tiene pisacacas de diferentes colores para cada ocasión. Solo cuestan 20 euros.

Incluso a veces las combina sin darse cuenta, añadiéndole distinción.
No son impermeables, pero eso le da igual. Cuando llueve, se pone las chanclas y se ducha.

El cutreventurero siempre tiene sus manos adornadas con pequeñas heridas y grasa incrustada, como consecuencia de sus numerosas incursiones en la mecánica.

El cutreventurero piensa que entiende de mecánica más de lo que realmente sabe. Por eso aprovecha la menor oportunidad para realizar "mejoras" en su vehículo.

El resultado de esta contradicción entre la ilusión y la realidad suele ser alguna pieza rota, que proporciona al cutreventurero la excusa perfecta para continuar con sus "reparaciones".

El proceso finaliza con el vehículo en algún taller, donde el profesional de la mecánica lo dejará como al principio.

El reloj favorito del cutreventurero es el reloj Casio F-91W, un clásico. Se compra en cualquier sitio por 3 euros, y si se lo roban no pasa nada. Adquiere otro rápidamente.

El reloj es meramente decorativo, ya que el cutreventurero viaja con calma y no le importa la hora.

El cutreventurero porta su equipaje más voluminoso en resistentes bolsas tercermundistas que compra en los chinos por un euro. Rechaze imitaciones.

El cutreventurero sabe que cocinar con leña es muy romántico, pero está cansado de pasar hambre y prefiere las bombonas de gas que venden en las gasolineras africanas.

El cutreventurero elige cuidadosamente la marca de la bombona. Sabe que eso le da a la comida un sabor característico.

El cutreventurero es detallista, nunca deja nada al azar.

El cutreventurero sabe lo importante que es el descanso, y considera fundamental contar con una buena superficie sobre la que pueda dormir plácidamente bajo las estrellas.

Pero por encima de todo, el cutreventurero tiene muy claras sus prioridades y sabe que lo más importante del viaje es la compañía.

Las dunas como las de la izquierda son estupendas, las puestas de sol maravillosas y los paisajes fantásticos.

Pero sabe que cuando regrese a su casa, recordará sobre todo la camaradería de sus colegas, las cenas a la luz de la luna, las conversaciones alrededor de la hoguera, los chistes, las risas y el buen rollo frente a las adversidades.

Todo lo demás es anecdótico.

El que aprenda a reírse de sí mismo tendrá diversión asegurada el resto de su vida.


Viaje Transahariano