En julio de 1988 mi hermano volvió a proponerme acompañarle y no me lo pensé dos veces.
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Aquí aparezco a orillas de río Níger cerca de Gao, en Mali. Estaba muy delgado porque me dio un jamacuco en pleno desierto y casi me muero. Volví a jurarme que nunca más regresaría a aquel infierno, aunque ya sin demasiada convicción. |